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img LAS DOS MUERTES DE JORGE CALVO
Las ZONAS BLANCAS fueron inauguradas de hecho en Quilmes, el 4 de agosto de 1950. Esa noche, con una metodología que un cuarto de siglo después se tornaría industrial, fue asaltado un local comunista.
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Entradas por tag: ezpeleta
Mostrando 1 a 10, de 18 entrada/s en total:
04 de Agosto, 2010 · General

Hace sesenta años, el 4 de agosto de 1950, la Sección Especial Anticomunista de la policía bonaerense puso por primera vez en práctica lo que un cuarto de siglo después se va a denominar familiarmente ZONAS BLANCAS. Es decir, la patente de corso, el bill de indemnidad, en suma, la garantía total de impunidad para cometer cualquier clase de actos, obviamente ilícitos, criminales.

            Aquella noche de invierno, los ocupantes que bajaron de dos autos de cuatro puertas entraron por la parte trasera de una vieja casona del centro quilmeño, convertida en comité partidario, redujeron a los caseros e irrumpieron en la sala principal, donde se estaba llevando a cabo una importante reunión de dirigentes juveniles bonaerenses con el fin de organizar movilizaciones políticas tendientes a inclinar las vacilaciones gubernamentales de si mandar o no tropas a la guerra de Corea. Ni siquiera tomaron la precaución de dejar sendos choferes al volante para una retirada imprevista y/o rápida. Era poco menos que un paseo, un trámite. El saldo fue de dos muertos en la refriega, ambos del bando de los atacados. Los atacantes eran maduros y entrenados hombres de civil armados con pistolas y ametralladoras; los atacados, en su mayoría jóvenes veinteañeros, hicieron de tripas corazón y se defendieron con sillas, lapiceras y ceniceros. También hubo dos heridos graves, cuyo testimonio vivo, ahora, a tanto tiempo, resulta fundamental para resucitar pormenores que no son tales. Va a haber una tercera víctima fatal, la mujer del casero asesinado, quien tiempo después murió de tristeza.

            El hecho tuvo gran repercusión. Uno de los asesinados fue Jorge Calvo, de 31 años, nacido en la febril y pendenciera Avellaneda, luego mudado a Villa Dominico, un joven delfín que venía realizando una promisoria, meteórica carrera, y que acababa de dejar la secretaría general de la Federación Juvenil Comunista Argentina, la dicho-sa Fede, para ser ascendido a secretario general del Partido Comu-nista en la provincia de Buenos Aires. Durante mucho tiempo sería convertido en el paradigma del mártir emblemático y también del militante por excelencia. Uno de los testimonios sobrevivientes, justa-mente traza la semblanza de ese carisma natural que irradiaba y que sin duda tuvo mucho que ver para que la ametralladora lo apuntara primero a él e hiciera fuego.

            Al abordarse testimonios y detalles de la arboladura del hecho, éste remite a personajes y circunstancias históricas de una muy variada significación. Cantidad de interrogantes e implicancias, por supuesto, quedan y quedarán sin respuesta. Por lo pronto, se contó con la invalorable colaboración de compatriotas cerveceros que permitieron llegar hasta los dos sobrevivientes de aquella noche. El 2008 fue un añito que tuvo lo suyo y todavía faltaba la Resolución 125. Ambos, Amado Heller y Jorge Bergstein pusieron de movida en claro que ya no estaban en el PC, que de alguna manera con otros amigos insistían en alguna forma de militancia, de activismo social como parte de una conciencia política que los años no habían minado, sino quizá acrecentado y seguramente madurado, y como mantenían un apoyo crítico a la actual variante de peronismo que gobierna el país no querían que algo como lo sucedido aquella noche fuera utilizado para el gorilismo fácil, para el rastacuerismo de cualquier tipo, sea electorero o de ataques personales. Se estuvo de acuerdo en un todo y que se iba a hacer lo posible para reconstruir lo sucedido no sólo tal como lo habían vivido y padecido, sino enmarcado en la época, para que –como quería el viejo Sarmiento- a ver si de alguna vez por todas la historia empieza a servirnos de ejemplo y no para arrojarla como boñiga fresca de alguna oscura venganza.

            Por eso, se va a ir viendo, lo más exhaustivamente posible, lo que ha quedado o han dejado. Sobre todo que lo de las ZONAS BLANCAS no va a ser el único hecho relevante, sino que en el país donde se mata dos veces, quizá por las dudas y porque el Estado benefactor siempre corre con los gastos, desde el punto de vista oficial, documental, el cadáver de Jorge Calvo, a pesar de estar bajo un monumento especial en el cementerio de Ezpeleta, levantado por ese sellito del PC que fue siempre el Consejo Argentino de la Paz, en el primer aniversario de su asesinato instalaron la pequeña estatua de una mujer con atavíos que pueden ser republicanos y llevando en sus brazos a un joven herido, pero el féretro y su contenido JAMAS FUERON INGRESADOS al libraco oficial, el inverso, digamos, donde en los registros civiles se anota la llegada al mundo de los recién nacidos. Sólo figura el de Angel Pedro Zeli, obrero metalúrgico, casero del local atacado, quien también resultó asesinado a tiros.

     Si no es el único, no deben ser muchos los CADAVERES DESAPARECIDOS, los NN postmortem porque no registran ingreso al camposanto y de ese modo resulta imposible rastrearlos si no es por la memoria colectiva. En otros términos, enancado en un asqueroso discurso de no hace mucho, Jorge Calvo está muerto, incluso se ve el féretro por el vidrio, pero documentalmente no está, es un ex ciudadano SIN CEMENTERIO o sin tumba. Algo así como un okupa del barrio La Parca.

            El imaginario colectivo lo tenía que premiar de alguna forma. La lápida de la no lápida tiene su sesgo creativo,  hasta de retorcido reco-nocimiento, si se lo mira cretinamente bien. Por lo pronto, para el comienzo del ingreso al momento en que sucedió el hecho que es mate-ria de esta bitácora, podemos partir de otro seis meses antes, también en Quilmes, del cual quedaron despojos de recuerdos en un Archivo General de la Nación que es todo un despojo.

publicado por caljorge a las 16:49 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · Video

Este video fue adquirido legalmente al Archivo General de la Nación por el autor de la bitácora. Era lo único que había. Y mudo, para peor. De la expropiación de la cervecería ni hablemos. Del archivo tampoco. Se ingresa por Leandro N. Alem y se puede salir por 25 de Mayo, dos plantas más arriba. Los fantasmas andan con cadenas entre las torres de mármoles y los techos de yeso llenos de fiorituras. El esplendor ha pasado. Los materiales también. Lo que queda, mejor dicho. Encontrar ficheros hechos con máquinas de escribir es un lujo. Se tiene hasta un recibo oficial de lo abonado. Deja toda la sensación que se pagó en efectivo. Y no. El archivo no admite billetes del Banco Central. Hay que pagar en frasquitos de Boligoma. En la librería de enfrente uno le dice el precio y le dan la cantidad de frasquitos. Ya saben. Y para traerse la copia hay que llevar tres CDs para DVD: uno es para el consumidor y los otros dos van para el archivo, para tener, porque no hay presupuesto.

1950 fue el Año del Libertador General San Martín. Tétricos, patibularios como solemos ser los argentinos, se festejó de manera implacable el centenario de su muerte en Boulogne-sur-Mer, Francia, sin que nadie jamás atinara a explicar el motivo de semejante lejanía. De todas maneras, durante 9 meses, en los cuadernos de clase, con lapicera de pluma cucharita y el tintero que siempre se nos volcaba sobre los guardapolvos para alegría de nuestras madres, haberlo tenido que escribir todos los santos días, de lunes a viernes, al comienzo de la clase, puede dejar recuerdos algo más que indelebles.

             Año del Libertador General San Martín

            El peronismo estaba en su apogeo. Evita ya estaba enferma. Resulta molestamente notable mirar los fotogramas de este documento, ampliarlos con un editor de video y el rostro, además de enflaquecido, muestra una palidez que dos años después se revelarían. Pero el acto, al que la prensa de entonces le dio una presencia de 5 mil ciudadanos, muestra que los dichosos cabecitas negras serían del interior y todo lo que se quisiera, pero cargaban traje, corbata y sombrero. El Descamisado Nº 1, para hablar, se tiene que quitar el saco y está de moñito, como para una cena de gala, y los de la raza Genuflex de los costados, que se mataban para aplaudir, primero y frenéticamente a ella, se cagan a codazos para quitarse también los sacos y no desentonar con la coreografía.

           Era el 24 de febrero de 1950. Aniversario de las elecciones que lo habían llevado a la presidencia por vía de las urnas, y a campo abierto el calor derretía molleras. Las consabidas pancartas, los más que consa-bidos y futboleros pañuelitos blancos, nada de percusión ni pirotecnia.

            Era la primera expropiación de aquel gobierno que justamente por ese período marcaría a fuego la historia. En 1952 no sólo recibe el mazazo de la muerte de Evita, un hecho conmocionante que a no pocos les hizo gritar ¡Viva el cáncer!, como el general Millán de Astray, en la Universidad de Salamanca, delante de don Miguel de Unamuno, había vivado a la muerte, sino que daba comienzo en el conocimiento público algo desconocido para la gran mayoría: la inflación. Por entonces se hablaba del agio, el aumento desmedido de precios al consumidor y ejércitos de inspectores multando y clausurando a pequeños comer-ciantes.

            Ese predio de los Pereyra Iraola tenía originalmente un total de 16 mil hectáreas y las destinadas a lo que se llamaría Parque Derechos de la Ancianidad tuvieron solamente 600, correspondientes al viejo casco, por la forestación que en sectores tenía la característica de bos- que al no dejar pasar el sol y que había estado alambrado hasta la altura de un hombre porque el zoológico particular de la familia, con ciervos, venados, ñanduces y cantidad de otras especies, así lo exigía y no era cuestión de andar reparando en gastos. El espectacular golpe que fue hacer públicas semejante cantidad de hectáreas exclusivas de la vieja oligarquía para multitudinarios asados, mateadas, picaditos de fútbol y otras prácticas populares de siempre ocultó el destino perfectamente presumible de las 15 mil 400 restantes. Pero con las paradojas con que se suele ensañar la realidad, derrocado el peronismo con un golpe militar después de un bombardeo a ciudad abierta que la humanidad no contemplaba desde Guernica, en plena Guerra Civil Española, a cargo de la Luftwaffe, la famosa aviación de Hitler, la propiedad no se restituyó a sus antiguos dueños, pasó a llamarse simplemente Parque Pereyra Iraola, como hasta hoy, con la Rotonda de Gutiérrez en el comienzo, la vieja fábrica de Alpargatas a la derecha, y la avenida Calchaquí que se bifurca a la izquierda con el Camino Centenario a La Plata y a la derecha ya la ruta Nº 2 a Mar del Plata. Torreones feudales unidos por un puente, todos revestidos en piedra traída de La Feliz, enmarcan el ingreso medioeval con un fondo de pampa y cardos. Las ventanitas siguen con el interrogante de quién puede estar viviendo u oteando desde allí. Ahora, de ser el lugar preferido para los picnics estudiantiles del Día de la Primavera que cortaba el aliento de todo padre con hijas en edad de merecer porque el mito urbano vigente durante décadas decretaba que las quinceañeras no sólo volvían sin la virginidad con que habían ingresado, sino que encima regresaban amorosamene preñadas. Justamente la Juventud Comunista de toda la zona, incluso de Buenos Aires, lo tomó como lugar ideal porque aparte de las características naturales era muy difícil policialmente de vigilar y, en última instancia, fácil para huir y dispersarse. Nadie podía pasar invicto por la Fede sin ir allí a un picnic primaveral y de postre invitar a alguna politizada y abnegada camarada a recoger algunas flores silvestres por unas cercanías lo más lejanas posibles.

         No tuvo que pasar mucho tiempo para que la zona se poblase no sólo como residencial de los sectores menos pudientes. La impre-sionante fábrica Alpargatas no sólo elaboraba el famoso calzado de yute, sino zapatillas con suela de goma a precios económicos, borceguíes sobre todo como calzado de trabajo, botas de goma para la lluvia y todos los tamaños y gustos, pero la gran producción era de lonas impermeables, de las que sirven para tapar la carga de los camiones, cada vez más usados. La entrada y salida de operarios de todos los turnos era el mayor movimiento hasta que con los años se asentaron varios de los principales laboratorios medicinales multinacionales, más allá la planta ensambladora de la Fiat-Peugeot y le creció la fama a la tosquera San Luis, a la que se vació, pero las lluvias del verano pasaron a convertirla en una piscina de pobres, con remolinos y chupones del barro del fondo, para ahogar por lo menos una criatura por temporada. El resto del año empezaron a ser usados esos paredones de greda como polígono de tiro para las brigadas policiales de Quilmes, Lanús y Florencio Varela. El arroyo cercano, que desborda con las grandes precipitaciones y cruza debajo de un modesto puentecito por abajo de la ruta 2, se convirtió en el depósito improvisado de cadáveres varios, todos producto de ajustes de cuentas, no importaba el rubro, incluso algunos con féretro y todo que la correntada arrastraba. Casi nadie se acordaba que modestamente exhibida para la vista del gran público, casi oculta, justo atrás de los alambrados donde terminaba el predio de la gran fábrica textil, comenzaban los campos del haras Co-Malal, de los Martínez de Hoz, hasta que bien visible el emplazamiento se volvió detectable cuando el Canal 2 de La Plata puso a un costado su antena principal.

         Justamente en este agitado 1950 se produce el deceso de uno de los miembros del tronco familiar de los Martínez de Hoz, con su secuela de divisiones de latifundios, sobre todo en Chapadmalal, y retornando a Quilmes puede ser un buen momento para precisar los datos de día, hora y lugar preciso del hecho que sigue siendo el eje central de este trabajo.

publicado por caljorge a las 16:16 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · General


REFERENCIAS DEL MAPA. El punto rojo ubica la casona convertida en el comité local del PC. El óvalo marrón es la estación de Quilmes, con vías hacia La Plata y Plaza Constitución. Enfrente, sobre la avenida Hipólito Yrigoyen, todas las paradas de colectivos locales y de la Capital Federal. El punto violeta da cuenta de la ubicación de Quilmes 1ª, esa noche a cargo del oficial principal Larrauri, a espaldas de la Catedral, el Palacio Municipal y la Plaza San Martín, el centro mismo y por excelencia de la localidad. La línea roja marca a la calle Rivadavia, la principal y más comercial, con la punta de flecha apuntando hacia la costa. El óvalo enmarca la zona céntrica e histórica de Quilmes. 

El local del PC de Quilmes era una vieja casona ubicada en la esquina sudoeste de la avenida Hipólito Yrigoyen, la principal entrada desde la Capital Federal, y 25 de Mayo, a cinco cuadras hacia el sur de Rivada-via, hoy peatonal, la comercial por excelencia y considerada el centro mismo. Tenía ingreso por las dos calles, la principal por Yrigoyen y una de servicio al costado, por 25 de Mayo, calle que estaba cortada por las vías del entonces FF.CC. Roca, ex Sud, ya a la altura de las vías muertas de los playones para cargar directamente los cajones de la cervecería.

            Los testimonios coinciden en que el ataque se produjo entre las 22:00 y 22:30 del viernes 4 de agosto de 1950. A esa hora, en esa estación del año, la luz amarillenta del alumbrado público se hamacaba por el viento sobre calles que estaban desiertas, desoladas en su gran mayoría, y se podía escuchar, a lo sumo, los silbatos lastimeros de los rondines pasando los santos y señas, los Sin Novedad como el folclore pueblerino, el ladrido de los perros que se escalonaba, alejándose y si había alboroto se trataba, cuando mucho, de algún asalto a un gallinero, el flagelo de por entonces. Dos autos de cuatro puertas estacionaron de culata por 25 de Mayo, con la trompa hacia la avenida y las puertas no se trabaron, mucho menos le echaron llave. De ellos se bajaron ocho (8) hombres de civil, sobretodos y sombreros de vestir pero el ala bien requintada sobre los ojos, con armas de puño y aunque no hay seguridad sobre el particular, por lo menos una pistola ametralladora. Vagamente alguno dice de otra u otras armas largas. Ingresaron por la puerta lateral directamente a las dependencias del casero donde acaban de cenar Angel Pedro Zeli, ya arrimándose al medio siglo de edad, su esposa y la única hija preadolescente. Al obrero metalúrgico y delegado gremial, oriundo de Chivilcoy, lo redujeron y lo sacaron. A las mujeres les aplicaron cloroformo por nariz y boca hasta dormirlas. De allí, por el interior, fueron hasta la sala principal, el antiguo living comedor de la residencia, e irrumpieron no justamente haciendo gala de buenos modales.

            -¡La policía! –coinciden todos que fueron los gritos iden-tificatorios, intimidatorios y se desplegaron, apuntando al pecho y a la cabeza.

            Lo demás entra bastante en lo confuso y contradictorio, además del miedo, la sorpresa y otras circunstancias. La represión antico-munista, aunque en todos los casos brutal y respaldada extraoficialmente, había sido siempre callejera, con y sin uniformes. La más recordada era la de los fascistas de la Liga Patriótica del Uriburu de los '30, parados en los estribos que tenían entonces los autos particulares, con una mano asidos al vehículo y en la otra los revólveres Colt 38 Caballito, tirando a mansalva.

            Esto era otra cosa. Iba a ser otra cosa y trascender al tiempo porque dejaba semilla. Aparte, enseguida, más abajo, el aporte inva-lorable de uno de los sobrevivientes y las observaciones sobre los pequeños detalles, a pesar de los dos balazos que va a recibir en el cerebro, permite ir desbrozando la magnitud del hecho como si ya los asesinatos no fueran suficiente.           

publicado por caljorge a las 13:46 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · Video

Los videos fueron grabados en febrero del 2008, en la sede del Centro Cultural Tuñón, en el barrio porteño de San Cristóbal, donde funciona un grupo de estudios al que pertenecen tanto Amado Heller, de entonces flamantes 78 años, y también Jorge Bergstein, de 79, el otro sobreviviente. Es el resumen más acabado y prolijo de los sucesos. Más si se toma en cuenta que el primero de los nombrados todavía lleva alojado en el cerebro un proyectil con tres esquirlas que desde entonces, a diario, le recuerdan el hecho con cefaleas, mareos, vista nublada y demás. Todos los días. Como un ayuda memoria para que no olvide lo sucedido. Nada de lo que dice deja de ser importante, definitorio, pero la mención del oficial inspector Larrauri, esa noche a cargo de la guardia de Quilmes 1ª, a menos de diez cuadras del lugar, lo que tardaron en llegar y los lazos de parentesco, adquiere otra dimensión y envergadura. La acotación a que habrían sido 90 los disparos se emparenta con los recuerdos de la infancia y cómo retumbaron en la noche invernal de Quilmes, siempre un pueblo grande, a pesar de ser una de las más importantes ciudades fabriles del conurbano, aquellos tableteos y los estampidos. La composición de esa escena final, tirando desde la avenida Hipólito Yrigoyen, por la ventana, a los jóvenes que quedaban en pie tratando de atrincherarse con un armario lleno de libros, deja toda la sensación de una caza de conejos o tratar de embocarle la argolla en el cuello a los patos de las kermeses de esos tiempos, en el medio de una algarabía payucana, infantil, sólo que aquí estaba la muerte y ni un solo testigo, como mi padre, que fue al lugar al día siguiente, ha dejado de tener nítido los impactos de los proyectiles, agujeros perfectos como hechos con taladro, la mesa de estilo con un surco abierto porque porque la bala hizo patito, ningún impacto en el techo o en los pisos, todos a la altura media de la cintura a la cabeza de hombres de estatura normal.

     Con el tiempo, a los herederos de estos patriotas la preparación los haría más precisos en cuanto a dar en los blancos y más ahorrativos en no desperdiciar tanta munición. Mientras tanto, el surgimiento de personajes notorios de la época permiten ampliar el espectro hacia el movimiento político en el gobierno y algunos aspectos bastante suculentos.

publicado por caljorge a las 13:40 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · General

Juana Larrauri de Amabrí, en pleno esplendor de las candilejas, luego volcada con todo a la actividad política. En la noche de agosto de 1950, en Quilmes, su hermano estaba al frente de la guardia en la comisaría.

La mención que hace al pasar el sobreviviente Amado Heller de la que durante muchos años fue casi sinónimo de peronismo femenino lleva a varias consideraciones. La primera es casi obvia, pero en un país donde se cultiva lo obvio como sinónimo de la buena fe o, en todo caso, de la casualidad, conviene tomarlo en cuenta: el oficial a cargo de la guardia de Quilmes 1ª la noche del 4 de agosto de 1950, cuando se ordena el retiro del personal de consigna del local del PC local para que lleguen y hagan tranquilos su trabajo los camaradas de la Sección Especial Anticomunista de La Plata, como se va a averiguar después, embrión de las Tres A o de los Grupos de Tareas, como se prefiera, tenía su pa-raguas político personal por si fallaba el institucional.

            Ahora conviene volver a poner sobre el tapete que las dos veces senadora por Entre Ríos había nacido en el Centenario bastante lejos de la tierra de Pancho Ramírez como es el porteñísimo barrio de Floresta. La aparición del sonriente coronel en el escenario político argentino la sorprende a Juana Larrauri de Abramí, como era su nombre legal y completo, prácticamente en la plenitud de su carrera como artista y sobre todo, como cantante de tangos. Esta veta de su personalidad la va a completar como actriz de radioteatro, directora y compositora, por ejemplo, de La piba de Mano a Mano, junto al bandoneonista Tití Rossi, autor de Bien bohemio y que resonara como arreglador en EE.UU. de sellos grabadores y sobre todo con los éxitos de Héctor Varela en los ’50, y amigo íntimo del que va a ser su marido. La consideración sobre este aspecto está muy bien documentado en un sitio tanguero que se puede consultar desde aquí con un clic. Incluso hasta escucharla cantar para apreciar si era tanto su valer.

            Juana Larrauri dejó todo, empezó a ser Juanita, y se fue detrás del coronel hasta las últimas. Eva Perón fue la que la encuadró en primera línea al darle justamente en la época de los episodios que terminaron con la vida de Calvo y Zeli en Quilmes la responsabilidad de organizar a nivel nacional la rama femenina del Partido Justicialista. En 1952, cuando se le da a la mujer el inalienable derecho cívico de votar como cualquier hijo de vecino con pantalones, Juanita es elegida por primera vez senadora por Entre Ríos y hasta va a presentar un proyecto de ley para erigirle a Eva Perón un monumento. De algún modo, en el reparto del staff justicialista es la Hugo del Carril con polleras: a ella se debe la grabación oficial de la marcha Evita Capitana. Y en torno a su figura se dicen muchas cosas y una que se acepta como tal, sin discutir su verosimilitud, es que ya agonizante, en su último lecho del Palacio Unzué, que era por entonces la residencia del presidente de la república, Evita procedió a sacarse un anillo y regalárselo con un pedido que sonaba más a imposición:

             -Cuidá al general como lo he cuidado yo -le ordenó.

            Sobreviviente a la oleada antiperonista que vino a partir de setiembre de 1955, que incluso la llevó a la cárcel que compartió en parte justamente con Hugo del Carril, Juanita Larrauri volvió al tango en 1972. Ese año también integra el popurrí político del vuelo charter de Alitalia en el que Perón hace su regreso junto a figuras políticas de toda tonalidad, futbolistas goleadores, ex campeones de boxeo, neuro-cirujanos sonrientes, artistas, etc., pero en la confusión de los 154 nombres hace su aparición por primera vez el del coronel croata Milo de Bogetich, en calidad de guardaespaldas (¡sic!) del general todavía degradado . Ver lista completa. La relación con el hecho central de esta bitácora, amén de otros muchos motivos, es que en tal calidad permaneció con la viuda María Estela Martínez de Perón, (a) Isabel, por el seudónimo usado como espiritista de la Escuela Científica Basilio. Y el otro dato que no se puede dejar pasar es que el coronel, aparte de haber sido la mano derecha del fascista croata Ante Pavlevich, fue algo así como el Ramón Camps, el Alfredo Astiz, el Capitán Capucha por excelencia de la sangrienta dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, considerada la más asesina y reaccionaria que se haya conocido al sur del Río Bravo, lo cual es decir algo. Las diarias chupadas nocturnas eran hechas en la capital dominicana con los célebres Volkswagen conocidos como Escarabajitos. La técnica utilizada en el levante de los díscolos para llevarlos al lugar apropiado y allí aniquilarlos sin más trámites era un calco del utilizado en la España de un Francisco Franco que no va a tardar en aparecer un poco más abajo, en el papel apropiado. Así se lo llevaron a Federico García Lorca, según lo reconstruído con maniático detalle por el irlandés Ian Gibson durante varios años. 

            El matrimonio del general argentino exiliado, casado con la bailadora flamenca nacida en La Rioja, a la que había conocido como copetinera en un local para marines aburridos en la etapa panameña de su exilio, tenía dos veces por semana un invitado especial a la hora de las cenas íntimas: el coronel Milo de Bogetich. La diferencia de grado es intrascendente, pero no escapa la extrañeza que un guardaespaldas comparta cubiertos y sobremesas con su custodiado. Este dato figura en un clásico de la literatura testimonial como es Política y Delito, de Hans Magnus Enzensberger (Seix Barral, 1968). Por la Argentina el personaje apareció en el vuelo famoso del retorno, con un fusil cosido en la parte interna de un piloto, luego en los primeros tiempos de Alfonsín, siempre  tras las polleras de la viuda, luciendo su clásico gesto ácido y los simpáticos, estereotipados anteojos negros para una fotofobia típica de estas personaldiades, cuando la Chabela descerrajó el famoso No me atosiguéis y cobró unos dinerillos que le adeudaban de la herencia de su marido muerto. Después, dicen, que el hombre de los Balcanes le obsequió una máquina de escribir eléctrica marca Olivetti al dilecto matrimonio, un tiempo después el coronel croata exhaló su último suspiro por lo menos en un aire familiar, sobre todo por lo autoritario, criminal y militar: el de Asunción del Paraguay del Colorado Stroessner. En esos días de Buenos Aires contó con el apoyo logístico de una secretaría de prensa ad hoc de uno de los principales hombres de Ambito Financiero que luego le llegaría el momento de gloria con la Segunda Década Infame del menemato, sumergirse y reaparecer lo más choto con la carnestolenda kirchnerista.

            Juanita Larrauri, a pesar de su intensa y total vida política, tuvo tiempo de casarse en 1949 con Francisco Rotundo, casi diez años menor, del barrio de Belgrano, hijo de un renombrado industrial ligado al papel que se alejó de esa historia familiar para lograr un destacado lugar como pianista, compositor y director de famosas formaciones tangueras, muy amigo de Tití Rossi. Fue también a parar a la cárcel por la mili-tancia política de su mujer que curiosamente lo precedió en la muerte también casi diez años antes, a los 80, sumida en el olvido público.

             El testimonio siguiente, a cargo del otro sobreviviente, pone sobre el tapete un tema no por manido la mayoría de las veces dejado de lado. La vida es un imponderable, algo precario, que depende de factores ex-ternos y la llamada suerte, buena estrella, destino o lo que sea y después se convierte, del mismo modo, en un testimonio tan o más imponderable.

publicado por caljorge a las 13:32 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · Video

Este video fue grabado el mismo día y en el mismo lugar que el otro. Su edición fue posterior porque pretendía formar parte de un multimedia sobre la historia de Quilmes que los siempre escasos recursos y otros motivos dejaron para otra vida. El sexagésimo aniversario del ataque al local del PC y la inauguración de las zonas blancas se consideró oportuno para exhumarlo del pendrive y subirlo a la red como apoyo para un bitácora sobre el tema.

            Jorge Bergstein era un año mayor, pero una vitalidad y un cutis que volvía añoso a cualquier cosa que hubiese alrededor. Sin contar con que la frescura intelectual y lo hilvanado de su discurso tienta más de una vez pedirle el DNI para constatar si es cierto que tiene todos los años que él dice que tiene. Ahora. todo su testimonio es de vital importancia, el aportar el motivo real para la ocasional presencia de Jorge Calvo en esa reunión, esa noche y en ese lugar, se decanta como más que fundamental. Resulta definitorio. Si siempre se especuló con que semejante operativo, que eran totalmente inéditos porque la caza de comunistas va a tener otro pico con la también inédita desaparición del médico rosarino Juan Ingalinella y ésta se va a producir recién en junio de 1955, como represalia por el bombardeo criminal de la Plaza de Mayo, el día anterior con más de 400 víctimas, una cifra meramente estimativa (ver detalles de este hecho), la presencia de una figura ascendente como la de Calvo dio lugar a que podría haber sido él el blanco elegido, ya sea para balearlo o secuestrarlo.

            La narración Bergstein es sumamente cuidadosa, evita a veces hasta con esfuerzo culpar a lo evidente, pero no trepida en bordear lo tétrico, sin importarle un comino lo ridículo, como cuando cuenta la anécdota de su exigencia leguleya de pedirle la correspon-diente identificación al que le apuntaba.

         A pesar de que la respuesta fue lo suficientemente convincente, no tuvo mucho tiempo para disfrutarla porque cayó baleado en ambas piernas y entra a rozar lo milagroso que no haya quedado minusválido de por vida. Asimismo surge impecable la observación en torno al buitreo de relojes y lapiceras fuentes como primer tarea democrática, algo que le tendría que haber servido de sobra como presentación formal, pero el clima y semejante situación límite no estaba para humoradas ni para razonamientos fríos. La ratificación de que por parte de los comandos, salvo que eran policías, no hubo grito alguno de consignas a favor de EE.UU. o anticomunistas, como incluso llega a reseñar el órgano oficial del PC y algunos diarios comerciales, menos que menos al partido gobernante y a su arrollador caudillo, resulta suficiente para completar la puesta en escena de lo sucedido. Otro tanto con el papel jugado por Jorge Calvo en el desencadenamiento de la balacera, especulativamente movido por la sospecha de que iban a ser fusilados sin más trámites.

publicado por caljorge a las 12:10 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · General

Angel Pedro Zeli no había cumplido los 50 años aquella noche de agosto. Era obrero metalúrgico, delegado sindical de su fábrica en Quilmes y llevaba 30 años afiliado al PC. Tanta lealtad le había valido contar con la vivienda de casero del local. Fue el primero en ser tomado prisionero y cayó al querer poner como barrera a las balas un armario con libros en la sala principal que estaba siendo acribillada. Su esposa moriría poco después como consecuencia de no poder tolerar la soledad. Quedó una hija adolescente.

1950 fue también el año de la oleada castellanizadora: el lunfardo de los tangos y los anglicismos en las instituciones públicas fueron rigurosamente podadas. Había que pulir el discurso popular cotidiano, uniformarlo, lo mismo que en la escuela nacional de locutores no se permitían las tonaditas del interior y se imponía una porteña ascética, sin los arrastres canyengues. 

           Así sucedió con que el flamante Quilmes Athetlic Club, decano de los clubes que habían sobrevivido de la etapa fundacional, recién ascendido a primera división y debutando de visitante nada menos que frente al River Plate de La Maquinita porque la mayoría La Máquina original había emigrado a Colombia durante la huelga de jugadores, le ganara 4 a 1 a los millonarios pero luciendo su flamante nuevo nombre, más nacional y popular: Quilmes Atlético Club.

            Suena medio trabucado, ¿no?, por más que lo bañaran y peina-ran. 

            Si la hubieran hecho en serio a la tarea tendría que haber quedado Club Atlético Quilmes. Y emprenderla democrática y argentinamente, Real Academia en mano, of course, con los Juniors de Boca & Co., el River Plate completo para pasar a un Club Atlético Río de la Plata o Argentado, que hubiese quedado una preciosura, y varios Boys que siguen andando por allí. Pero en este terreno los peronistas siempre mostraron las vacilaciones y contradicciones del nacionalismo aborigen, cuyas características principales no son ser jamás antimperialistas sino que se conforman con ser anglofóbicos y a la vez hispanófilos del 24 de mayo de 1810. El correlato es ni yanquis ni marxistas. Una Tercera Posición solitaria y a los tumbos. Además, desde el año anterior, culminando la contraofensiva iniciada frente al laicismo logrado por cierta hegemonía masónica, el catolicismo fue de enseñanza obligatoria en todas las escuelas públicas. En la hora de religión, con los judíos a la cabeza donde había judíos, fuera, democráticamente al patio y que Dios diera una mano para que no lloviera y no hiciera mucho frío ni calor. En la Escuela Nº 16 Eva Perón, de Quilmes Oeste, donde cursé el primario, no había paisanos de la colectividad. Mucho pobrerío y rostros color Latinoamérica, como clasificó étnicamene Alfredo Zitarrosa. Carapá-lidas, si se quiere la nomenclatura alfonsinista. Sí me quedará presente para siempre la persecución implacable de una catequista veterana, solterona y hasta de bigotes, con un tanito que había llegado recién, con la última oleada después de la segunda gran guerra y que parlaba un cocoliche bastante ininteligible y donde la madre había venido a explicar y pedir que no estuviera en la hora de los misterios como el de la Santísima Trinidad y otros. Esta energúmena lo basureó hasta el estigma y el tanito lloraba toda su impotencia de criatura por partida doble: la edad y la extranjería. Con el tiempo llegaría a enterarme que no asistía a recibir la gracia de Dios y la Verdad Eterna en el alma chamuscada por los fuegos del infierno porque su padre había sido partisano, es decir, guerrillero comunista en la resistencia contra el fascismo de Il Duce.

            Con este entorno cultural la Sección Especial Anticomunista de la policía bonaerense, cuyo jefe mayor era el gobernador, coronel Domingo Mercante, uno de los delfines del peronismo de entonces, hizo su triunfal aparición en el local del PC en Quilmes y balearon a mansalva a cuanto presente se les cruzó, total siempre paga el Estado bene-factor, asesinando a Jorge Calvo y Angel Zeli, y la otra decena restante, salvo alguna que otra herida menor, nada, el jadete, porque si Dios no era medio zurdito por lo menos pareció resultar quilmeño de pura cepa.

             Más testimonios inéditos.           

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04 de Agosto, 2010 · Video

Otra vez la sobriedad y mesura de Amado Heller da cuenta del clima político internacional, las clásicas vacilaciones de la Argentina, un episodio que se va a repetir casi calcado durante la efímera presidencia del doctor Arturo Illia, cuando las presiones fueron para el envío de tropas por la invasión del Santo Domingo del coronel Francisco Caamaño Deñó. La movilización estudiantil encabezada por la FUA, donde la maledicencia política de entrecasa decía que había 183 comunistas y un aliado, saca la estudiantina a la calle y en acto frente al Congreso las escuadras fascistas de la Guardia Restauradora Nacio-nalista (GRN) del cura Julio Meinville, de donde van a salir no pocos cuadros de la guerrilla peronista de los '70, convencido a la conspiración universal judeo-comunista, un grupo de donde saldrá Joe Baxter, le meten un balazo calibre 22 entre ceja y ceja a Daniel Grinbank, de 18 años, estudiante de medicina y afiliado a la FJC. Esa noche las activas escuadras del cura tiraban contra la multitud por entre las patas de los caballos de la Federal y también contra el dirigente sindical Paulino Niembro, de la UOM, cuando intentó hacer uso de la palabra. Ya era de noche y los proyectiles repiqueteaban contra el cemento del monumento.

             En este sentido habrá enseguida más testimonios. Era la línea oficial del PC y la preocupación de EE.UU. y una Europa todavía en ruinas, reconstruyéndose.

publicado por caljorge a las 11:28 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · Video

Jorge Bergstein aporta más precisiones al afirmar de manera indubitable que a su criterio el ataque policial asesino en Quilmes tenía por objetivo ablandar la oposición al apoyo de EE.UU. en una Corea donde la mayoría no sabía ni dónde quedaba y que habían puesto sobre el tapete a personajes que en la próxima década estarán en la primera línea.

publicado por caljorge a las 11:15 · Sin comentarios  ·  Recomendar
04 de Agosto, 2010 · General

El entonces general Lin Piao, luciendo el decorativo uniforme de alto oficial del Kuomingtan, a las órdenes del mariscal Chiang Kai Sek, el delfín de Stalin y el Komintern para gobernar China. Se pasaría de bando, brillaría como gran estratega militar, derrotando incluso en Corea al ejército de la ya primea superpotencia mundial, pero la ambición de poder pudo más y se vino literalmente abajo.

Al producirse el hecho en el local comunista de Quilmes la populosa y hambreada República Popular China que encabezaba Mao Tsé Tung no había cumplido un año y los comunistas coreanos, liderados por el exótico personaje de Kim Il Sung lanzan una imprevista ofensiva hacia el sur que termina con la toma de Seúl. Por más que el Tratado de Yalta hubiera rayado la cancha, la Guerra Fría era lo suficientemente gélida como para que un general estadounidense hubiera convencido a sus compatriotas que el peligro rojo estaba en el fluor del agua potable y debían tomarse el pis o wisky de centeno, pero jamás terminar infestados del podrido comunismo por el uso imprudente de las canillas. Así que si en el discurso vulgar y cotidiano del Gran País del Norte circulaba semejante albóndiga olorosa, a los muchachos de la CIA y el Pentágono no les cupo la menor duda que atrás de la aventura del osado Kim estaba la mano de Stalin y debían ir con todo. Hoy día, que no están ni Stalin, ni Kim, ni Macarthy y los coreanos del norte se empecinan en ser una potencia atómica, preocupando incluso a sus vecinos chinos, en Washington se deben seguir preguntando quién les vendió el buzón de la influencia de Stalin en la aventura militar norcoreana y que compraron con tanto entusiasmo y por el que pagaron un precio bastante caro, anticipando lo que sería Vietnam, Camboya y zonas aledañas. De todas maneras, un mundo partido al medio no admitía dilaciones y mandaron hasta los boy scout. Retomaron Seúl, pasaron el dichoso paralelo 38 y encararon hacia Pyongyang, el reducto principal de los norteños. Kim y los suyos se vieron obligados a recular hacia China y los pragmáticos chinos vieron que se venía la tormenta. Se metieron en la guerra, en una guerra formal, nada de guerrillas, y pusieron lo mejor. Al frente estaba un joven general que se había formado en el Kuomintang, junto a Chiang Kai Sek, al que justamente le había terminado de doblar la mano el año anterior, produciéndole 300 mil bajas en las últimas batallas. Lin Piao tenía poco más de 40 años y comenzaba a destacarse más que un brillantísimo estratega militar, moviendo divisiones en el campo de batalla como bailarines de una afiatada coreografía. A tal punto que en una década va a estar en la cúspide, pero política, en un país donde se había pontificado que el poder residía en la boca de los fusiles, catapultar el famoso Libro Rojo más el culto a la personalidad  e incluso va a intentar un ortodoxo golpe de estado para tumbar a un Mao que consideraban intocable. Se vino abajo ni bien el avión de fabricación soviética en que huía, piloteado por su hijo de 26 años, hasta levantar vuelo con el último arresto de sus cucardas como comandante en jefe de la fuerza aérea china, entró en territorio mongol, rumbo a la entonces URSS.

         -Cuando más arriba se está, más rápido se cae -sentencian filosófica y ácidamente los chinos al comentar este incidente.

          Los yanquis comenzarían a acumular reveses militares en el Lejano Oriente que compensaron con exitosas series televisivas y películas donde triunfaban en un galopito. También a las matanzas colectivas, hacer tierra rasa y borrar la naturaleza. Ahora bien: ¿qué tenía que ver Quilmes, que con el nombre remendado y todo acababa de subir a primera división, golear sin misericordia a los millonarios como si fueran pobretones andrajosos, con algo que está a más de 20 mil kilómetros y encima con territorios que se encuentran espalda contra espalda?

publicado por caljorge a las 10:58 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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Amílcar Romero

Tenía 7 años. Era una noche muy fría y estrellada. Recuerdo con toda nitidez las ráfagas, ese tartumedeo que era un sonido nuevo para una época en que no había tevé. Al otro día las caras de las gentes eran muy diferentes. El día del entierro una marea humana con banderas rojas puso un paisaje inusual. La encabezaban los dos féretros a pulso. Y cantaban consignas. Inolvidable. Han pasado 60 años.

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LOS ANGULOS DE LA MIRADA
Estas seis décadas transcurridas, aparte de la tragedia y la reincidencia argentina en lo criminal de lo político, la actualidad global hace unas muecas hacia los protagonistas de entonces. Por ejemplo, muy difícilmente, salvo a los disciplinados afiliados al PC argentino y de todo el mundo, resultara poco creíble que el temible José Stalin no le hubiese dado la orden al hermanito menor, Kim Il Sung, para romper el status quo y el autoconvencimiento de gendarmes del mundo que no han perdido en el Departamento de Estado los haya lanzado a una guerra que estuvo al filo de ser la tercera mundial en lo que iba del siglo.
Hoy ya no están los principales protagonistas. Ni Truman ni el mencionado Padre de los Trabajadores. Tampoco Perón, Kim Il Sung, Mao Tsé Tung, Lin Piao o De Gaulle. Sin embargo, Corea del Norte sigue su camino a contracorriente o a favor de los vientos, váyase a saber, empecinada en su propio poderío atómico con el argumento que los enemigos están demasiado cerca y son más de uno, empezando por los vecinos que se empecinan cada vez como la primera gran superpotencia de estos tiempos.
Periféricos, barriales, payucanos, el interrogante sigue persistiendo: por qué Quilmes. Por qué el PC eligió ese lugar para la reunión, por qué en La Plata la dichosa Sección Especial eligió ese modus operandi para presentarse en sociedad, por qué aquella impensada reacción en un puñado de jóvenes armados nada más que de coraje cívico e instalarse con perfil propio en la historia.
A costa de sangre, por cierto.
Ni mucha ni poca. Con decir sangre es suficiente.
Ahora la colecta de testimonios y otros datos permite armar un puzzle que creemos un poco más aproximado.
Para los que quieran explotar las aptitudes multimedia de estos formatos, un poco más abajo podrán encontrar una consola con la versión completa de La Internacional en una grabación realizada durante la Guerra Civil Española. Por más de un motivo parece la banda sonora más apropiada para este trabajo. Con un clic en el arranque se puede escuchar la versión completa y, de apetecer, repetirla cuantas veces se quiera.
Gracias.
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